En clase vamos a tener que meternos en la "piel" de los judíos cuando eran transportados.
Los alumnos tendrán que calcular medidas del tren, según los alumnos que estén en la clase, partiendo de que en los trenes iban unas 60 personas en cada uno. Haremos unas medidas en clase y tendrán que estar en ellas.
Los trenes fueron parte vital en la consecución de los planes de la "Solución Final" para trasportar a centenares de miles de prisioneros hacia los campos de la muerte, sobre todo en Polonia y demás territorios avasallados del este de Europa. Estos trenes formados por vagones de ganado partían desde todos los países ocupados por la Alemania nazi con un destino concreto: Los campos de exterminio en donde tras llegar después de varios días de viaje en condiciones infrahumanas eran seleccionados para apartar a los prisioneros aptos para ser esclavizados y el resto acabar directamente en las cámaras de gas.
El hacinamiento en los vagones, unas 50 personas en cada uno, producía decenas de muertos en cada viaje ya que el hambre, la sed, la ausencia de aire entre las apreturas los mataban. Estos muertos por hambre o asfixia y debido a la permanencia de pie por la estrechez de los vagones se mantenían en esta posición durante los días que duraba la deportación a los campos de concentración y exterminionazis.
Por supuesto las tropas SS que se encargaban de vaciar los ghettos y poblaciones de los territorios ocupados jamás informaban a los prisioneros del terrible destino de estos transportes para evitar revueltas y solamente se les decía que serían conducidos a campos de trabajo y labores agrícolas en otros territorios ocupados.
Así mismo los prisioneros eran inducidos a llevar dinero en metálico que posteriormente sería robado para engrosar tanto los bolsillos de muchos nazis como las arcas del régimen nazi. Pero el expolio a las víctimas no quedaba aquí; una vez llegados a las estaciones de los campos de exterminio se les obligaba a dejar sus maletas en los andenes y personal especializado (generalmente prisioneros destinados a estos efectos) se encargaban de abrirlas, separar todos los objetos de valor (ropa, joyas, dinero, gafas, dentaduras, zapatos, prótesis, etc..) que serían reutilizados para su venta en Alemania.
Véase un ejemplo de las órdenes que se daban a las tropas SS para la evacuación. Esta es la directiva:
"III. Transporte. Se recomienda concentrar a los judíos destinados a evacuación antes del transporte. Cada transporte comprenderá 1.000 judíos (queda prohibido transportar contingentes más numerosos) y se realizará según los horarios e itinerarios elaborados por el Ministerio de Transporte del Reich, que serán trasmitidos a las oficinas involucradas.
Cada persona deberá llevar consigo:
Medio de pago: 50.- reichsmark en billetes del Instituto de Crédito del Reich o 100 zlotys. Una maleta o una mochila con material de equipamiento (no deberán llevarse objetos voluminosos).
Indumentaria completa (zapatos gruesos)
Ropa de cama con manta
Provisiones para 2 semanas (pan, harina, cebada perlada, porotos)
Utensilios para comer (plato u olla) con cuchara.”
Directivas para la ejecución técnica de la evacuación de los judíos al Este (campo de concentración de Auschwitz). Circular de la Oficina Central de Seguridad del Reich, Berlín, de 20 de Enero de 1943 (extracto).
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La empresa de ferrocarriles alemanes Reichbahn, antecesora de la actual Deutschebahn, fue la principal implicada en el transporte de todos los prisioneros hacia los campos de exterminio. Según los cálculos se realizaron 1.600 transportes desde Alemania hacia los exterminadores campos polacos; cada transporte estaba compuesto de una media de 50 vagones lo que arroja una cifra aproximada de 4 millones de prisioneros deportados desde Alemania a la muerte.
Según el Doctor Alfred Gottwaldt, Conservador del Museo Tecnológico de Alemania, los trenes usados para el transporte de judíos eran principalmente de carga lo que no les permitía sobrepasar una velocidad de 80 kilómetros a la hora con un máximo de 60 vagones por composición de tren. Contando con el excesivo peso de los vagones y los accidentes geográficos con que las locomotoras se encontraban, la mayoría de los transportes alcanzaban una velocidad media de 30-50 kilómetros a la hora. En un principio se estipuló que en cada vagón podrían entrar 50-60 personas a la vez lo que arroja un cálculo de que cada transporte podría trasladar a unas 3.600 prisioneros. Posteriormente y ante la aceleración de los transportes y la creación de nuevos campos de exterminio, los vagones llegaron a alojar a más de 100 personas en cada uno de ellos. La muerte por hacinamiento llegó a ser cotidiana máxime cuando estos transportes tardaban días en llegar a sus terribles destinos desde países lejanos a Polonia como Francia, Holanda, Bélgica, etc...
Cada transporte era escoltado por 15 soldados SS y un oficial al mando que era responsable de las incidencias del viaje y de las fugas que en ocasiones se producían; las muertes dentro de los vagones no importaban ya que era importante que el número de prisioneros a la salida coincidiera con la llegada, incluyendo muertos. Las fugas era algo más serio, los prisioneros evadidos de los transportes alertarían del destino y tanto los 15 soldados de escolta como el oficial podrían ser castigados severamente.
Cabe destacar que tanto en el campo de exterminio de Auschwitz (Polonia) como en otros destinados a la matanza masiva, los SS "trabajaban" desde el lunes hasta el sábado al medio día por lo que si un sábado por la tarde llegaba un transporte con prisioneros judíos, estos quedaban encerrados en los vagones sin agua ni alimentos hasta el lunes siguiente lo que producía un mayor número de muertos.
Recientemente, en 2006, un tribunal de Toulouse (Francia) ha condenado tanto al estado francés como a la empresa de ferrocarriles de este mismo país al pago de una serie de indemnizaciones por la colaboración de buen grado con las fuerzas invasoras nazis en la aportación de vagones y locomotoras que sirvieron para el traslado de miles y miles de judíos hacia los campos de exterminio. Los jueces remarcaron que en ningún momento la empresa de ferrocarriles franceses se opuso a los convoyes de deportaciones ni emitió opinión alguna, aún sabiendo que las familias hacían ese siniestro viaje privados de alimentos y de las más elementales medidas de higiene. Que ambos responsables se distinguieron por el exceso de celo que pusieron en realizar el trabajo sucio, incluso más allá de lo exigido por la ocupación. Y recordó que la empresa ferroviaria consideraba esos convoyes como transporte de tercera clase, mientras que las desgraciadas víctimas eran apiladas en vagones de ganado. Los jueces puntualizaron que la empresa no sólo no objetó ni protestó, sino que siguió reclamando el pago de las facturas aún después de la liberación. Respecto de este punto, destaca el fiscal de la causa que los ferrocarriles franceses facturaron al estado el transporte de los deportados, por lo que la empresa no podría argumentar que había sido confiscada por el régimen nazi.
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