Cristianización
La brutalidad de las Lupercales, así como la necesidad de cristianizar la fiesta ante la imposibilidad de que la olvidasen los ciudadanos, provocó que -allá por el siglo V- la Iglesia tomara cartas en el asunto. Así lo afirma el periodista e historiador Jesús Hernández (autor del blog «¡Es la guerra!») en su obra homónima: «La fiesta de San Valentín fue instaurada en el año 498 por el papa Gelasio I, probablemente en un intento de eliminar la efeméride pagana de las Lupercales, que se celebraban el 15 de febrero. Un festejo relacionado con el amor y la reproducción».
En palabras de este autor, se eligió sustituirla por San Valentín en base a que este religioso desafió a Roma en el siglo III en nombre del amor. Por entonces, el emperador romano Claudio II Gótico (214-270 d.C.) consideraba que «los soldados que estaban casados pecaban de conservadores en el campo de batalla, en unos momentos en los que las fronteras se veían acosadas por alamanes y vándalos».
«Añade la leyenda que la víspera de la ejecución, Valentino envió una última nota a la niña pidiéndole que se mantuviera en la fe. La nota iba firmada: “de tu Valentino”. Al día siguiente, 14 de febrero, Valentino fue ejecutado. Sus restos se conservan en la Basílica de su mismo nombre, en Terni, donde cada año, el 14 de febrero, las parejas que van a casarse celebran un acto en honor del Santo», se señala en el informe.Con todo, existe otra versión sobre esta historia. Según desvela el dossier «El día de San Valentín» (editado por la Consejería de educación en el Reino Unido e Irlanda), Valentino era, allá por el siglo III, un cristiano que continuó practicando su religión a pesar de la prohibición romana. Sus principios le llevaron a la cárcel, donde uno de los guardias le pidió que diese clases a su hija ciega. Tras varias jornadas a su lado, la pequeña recuperó la vista y se convirtió al cristianismo al entender que era la fe verdadera.
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