El fenómeno es global. Casi el 40% de las personas adultas de todo el mundo fueron discriminadas durante su infancia por cuestión de género, etnia, religión, discapacidad o, simplemente, por nacer en un país pobre o en conflicto. En España, la cifra es del 23%. En la actualidad, 15 millones de niños se encuentran en riesgo de exclusión por nacer donde han nacido, 400 millones de menores de 13 años viven en extrema pobreza, 720 millones de mujeres contrajeron matrimonio antes de cumplir los 18 años y tres de cada cuatro menores refugiados en edad escolar no van a la escuela. Y estos datos son sólo la punta del iceberg de unos números demoledores que recoge el último informe de Save the Children, Hasta el último niño.
Alrededor de 16.000 niños de menos de cinco años morirán a lo largo de este día, la mayoría por causas evitables. Alrededor de 250 millones de menores, dos de cada cinco niños, están sin escolarizar y no reciben ningún tipo de educación. Los que sobrevivirán o morirán, los que aprenderán o no, no es una cuestión de azar. Es el resultado de elecciones y políticas que excluyen conscientemente a determinados infantes. Así de claro lo dice el documento.
Realizado en 18 países, entre ellos España, el informe recoge que son las personas de África y Asia las que más sufren la discriminación, con un 58% y un 45%, respectivamente. El 49% de los adultos manifestó que esto afectó negativamente a su acceso a la educación y el 35% no pudo acceder a los servicios de salud básicos.
Pero España no es ajeno a este hecho. Un 23% de los encuestados -casi uno de cada cuatro- confesó haberse sentido discriminado de pequeño, sobre todo mujeres que se consideraron excluidas por el simple hecho de ser niñas.